sábado, 30 de junio de 2012

Manifiesto de Repudio por el Asesinato de dos Pescadores de AHOMAR

BRASIL
Manifiesto de Repudio por el Asesinato de dos Pescadores de AHOMAR

Los movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil que suscriben el presente Manifiesto expresan su indignación brutal por el asesinato de los pescadores artesanalesAlmir Nogueira de Amorim y João Luiz Telles Penetra (Pituca), integrantes de la Asociación Hombres y Mujeres del Mar (AHOMAR), de la Bahía de Guanabara. Exigimos que el Estado de Rio de Janeiro y el Estado brasileño tomen las providencias inmediatas para investigar los hechos, proteger y garantizar la vida de los pescadores artesanales amenazados.
Almir y Pituca eran dirigentes de AHOMAR, organización de pescadores artesanales que lucha contra los impactos socio ambientales generados por grandes emprendimientos económicos que inviabilizan la pesca artesanal en la Bahía de Guanabara. Ambos desaparecieron el viernes 22 de junio de 2012, cuando salieron a pescar. El cuerpo de Almir fue encontrado el domingo 24 de junio, amarrado junto al barco, que estaba sumergido cerca de la playa de São Lourenço, en Magé, Rio de Janeiro. El cuerpo de João Luiz Telles (Pituca) fue encontrado el lunes 25 de junio, con pies y manos amarrados y en posición fetal, cerca de la playa de São Gonçalo, Rio de Janeiro.

La Historia de Lucha de AHOMAR

La AHOMAR representa pescadores artesanales de siete municipios de la Bahía de Guanabara y tiene 1870 asociados. Desde 2007 viene denunciando sistemáticamente las violaciones y crímenes ocurridos en la construcción del Complejo Petroquímico de Rio de Janeiro (COMPERJ), una de las mayores inversiones de la historia de Petrobras y parte del Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC).

En 2009, los pescadores de AHOMAR ocuparon las obras de construcción de los gasoductos submarinos y terrestres de transferencia de GNL (Gas Natural Licuado) y GLP (Gas Licuado de Petróleo), realizados por el consorcio de las contratistas GDK y Oceânica, contratadas por la Petrobras. Esa obra inviabiliza directamente la pesca artesanal en la Playa de Mauá-Magé, Bahía de Guanabara, donde queda la sede de AHOMAR.
Ellos anclaron sus barcos cerca de los ductos de la obra y allí permanecieron por 38 días. Desde entonces, los pescadores sufren constantes amenazas de muerte. En mayo del mismo año, Paulo Santos Souza, ex-tesorero de AHOMAR, fue brutalmente atacado frente a su familia y asesinado con cinco tiros en la cabeza. En 2010, otro fundador de AHOMAR, Márcio Amaro, también fue asesinado en casa, frente a su madre y esposa. Ambos crímenes no fueron aclarados todavía.
En función de la violencia contra los pescadores y de las constantes amenazas de muerte, desde 2009 Alexandre Anderson de Souza, presidente de AHOMAR, vive con su família bajo la guardia del Programa de Protección a los Defensores de Derechos Humanos, viviendo 24 horas por día con escolta policial. Lo que no impidió que Alexandre Anderson sufriese nuevos atentados contra su vida.

Intensificación de las amenazas y nuevas muertes

Al final de 2011 e inicio de 2012 los pescadores de AHOMAR volvieron a movilizarse contra los impactos que surgen de las obras de COMPERJ. Con la justificativa de acelerar el cronograma de ejecución de las obras, la Petrobras y el INEA intentaron retomar una propuesta ya descartada durante el proceso de licencia ambiental. La maniobra busca transformar el Río Guaxindiba, afluente de la Bahía de Guanabara, localizado en el Área de Protección Ambiental de Guapimirim, en una hidrovía para transporte de equipamientos de COMPERJ.

Concientes de la magnitud de los impactos que serían provocados sobre la Bahía de Guanabara y la pesca artesanal, los integrantes de AHOMAR denunciaron la intención de Petrobras y lideraron una movilización en solidaridad con el jefe de la APA Guapimirim, Breno Herrera, amenazado de exoneración de la ICMBIO por oponerse a los impactos de ese emprendimiento. Desde entonces, las amenazas a los pescadores de AHOMAR se intensificaron.

Para agravar la situación, en el mes de febrero de este año el Destacamento de Policía Ostensible (DPO) de la Playa de Mauá, donde queda la sede de AHOMAR y la residencia de Alexandre Anderson, fue desactivado, exponiendo a los pescadores a nuevas amenazas y tornando a la población local todavía más vulnerable. En ese período por lo menos otros tres dirigentes de AHOMAR fueron amenazados de muerte.

Fue en este contexto, de desarticulación de la seguridad pública en la región e intensificación de las amenazas contra los pescadores que Almir Nogueira de Amorim y João Luiz Telles Penetra (Pituca) fueron asesinados. Se trata, por tanto, de una crónica de muertes anunciadas. Ambos fueron encontrados con claras evidencias de ejecución.

Ante estos graves acontecimientos manifestamos toda nuestra solidaridad a AHOMAR y a los familiares de los pescadores asesinados. Al mismo tiempo, exigimos:

  1. Que quienes ordenaron y quienes ejecutaron los asesinatos de Almir Nogueira de Amorim y João Luiz Telles Penetra sean identificados y responsabilizados;
  2. Que sean concluidas las investigaciones por las muertes de Paulo Santos Souza y Márcio Amaro, hasta hoy no aclaradas, y que sus asesinos también sean identificados y responsabilizados;
  3. Que sean investigadas todas las amenazas a los pescadores artesanales de AHOMAR.
  4. La firma del Gobernador del Estado de Rio de Janeiro, Sérgio Cabral, del Decreto de institucionalización del Programa Estatal de Protección a los Defensores de Derechos Humanos;
  5. El seguimiento de las investigaciones sobre los asesinatos de dirigentes aquí listados por la Secretaría de los Derechos Humanos de la Presidencia de la República;
  6. El fortalecimiento de la protección de Alexandre Anderson y que la escolta policial sea extendida a su esposa , Daize Menezes de Souza;
  7. La inmediata reapertura del DPO de la playa de Mauá y el Fortalecimiento de la Seguridad Pública de la región;
  8. Que la Petrobras y las empresas a ella vinculada en el conjunto de las obras de COMPERJ en la Bahía de Guanabara negocien con la AHOMAR la justa pauta de reivindicaciones del movimiento.

Los abajo firmantes seguirán denunciando los exterminios de los luchadores sociales que están enfrentando de modo legítimo la destrucción de las condiciones de pesca artesanal en la Bahía de Guanabara y en las demás áreas pesqueras de Rio de Janeiro. Igualmente, acompañaremos el proceso de investigación y las providencias del gobierno estatal en defensa de la integridad de los demás pescadores en lucha. Las muertes de Almir, João Luiz, Paulo y Marcio nos llevan a afirmar: somos todos pescadores, somos todos militantes de AHOMAR!

Siguen Firmas.
POR FAVOR ADHERIR CON UN MENSAJE A:
gabriel strautman 

jueves, 28 de junio de 2012

La Vía Campesina en Río + 20: Los pueblos le dijeron NO a la Economía Verde y construyeron propuestas para la resistencia y la construcción

Jueves 28 de Junio de 2012




Durante una semana, en el marco de la Cumbre de los Pueblos, La Vía Campesina se movilizó en Río de Janeiro para decirle No a la Economía Verde y para dinamizar un proceso de construcción de nuevas alianzas basadas en los ejes puestos en las plenarias y asambleas de movimientos sociales y en la movilización en las calles para mostrar cuales son las verdaderas necesidades y aspiraciones de nuestros pueblos.



Con alegría podemos volver a casa y a nuestras luchas cotidianas con la satisfacción del deber cumplido, con el compromiso de fortalecer los espacios construidos en estas jornadas y con el desafío de seguir haciendo carne en nuestras realidades locales las reflexiones y agenda de acciones que se propusieron en los plenarios y las Asambleas de movimientos.

Los días de convivencia entre los cientos de compañeros de la Vía Campesina llegados desde todo América Latina y el mundo junto a los miles de integrantes de la Vía Campesina Brasil se vieron fortalecidos con las movilizaciones diarias que nos llevaron a participar de marchas multitudinarias, ya sea acompañando a las mujeres en lucha o repudiando a las grandes corporaciones multinacionales representadas en este caso por la minera Vale. Cada amanecer vio como las mujeres y hombres de la Vía se sumaron a otros movimientos para acompañar a comunidades afectadas por megaproyectos, “escrachar” a represores o denunciar a las corporaciones del agronegocio y los agrotóxicos personificadas en este caso por la Confederación Nacional de Agricultura (CNA). Todo ello coronado en la gran marcha unificada del día 20 de junio donde más de ochenta mil personas marchamos para ponerle el broche de oro a la Cumbre.

Y después o antes de cada movilización todos y todas convergimos a aportar a los debates de las cinco plenarias de movimientos sociales, donde cientos de voces fueron tejiendo las denuncias sobre las causas estructurales y las falsas soluciones que el capitalismo, ahora maquillado de verde, quiere ofrecernos para no enfrentar las verdaderas causas de las múltiples crisis que el mismo capitalismo ha provocado. Pero como los pueblos ya tenemos nuestras propuestas también las compartimos y enriquecimos con otras y otros que llegaron con el mismo objetivo. Así fue que nuestras soluciones y la propuesta de una agenda para seguir construyendo en el futuro ocupó la segunda parte de nuestras plenarias.

Desde la plenaria de Soberanía Alimentaria la denuncia al sistema capitalista, patriarcal, discriminador y racista resonó con ecos que se multiplicaron con las voces de las otras plenarioa de manera de dejar en claro las verdaderas causas de los problemas que hoy ponen a la humanidad al borde del abismo. Y también desde allí la denuncia al agronegocio como responsable de la destrucción de la naturaleza, la exclusión de los pueblos, la mercantización de la vida y principal responsable de la crisis climática y la pérdida de biodiversidad se expresó de manera contundente.

La Vía Campesina propuso hace 16 años a la Soberanía Alimentaria como camino político para transformar nuestra sociedad desde los campesinos y campesinas del mundo. En nuestras Asambleas fueron cientos las organizaciones que se sumaron a este camino con claridad y firmeza. Tal como lo planteó el documentos del plenario Los gobiernos y las corporaciones trabajan con gran sintonía por la apropiación de los bienes comunes de la vida y de nuestros derechos. Convocamos a los pueblos a unirse y levantarse en la lucha por una nueva sociedad y la construcción de la soberanía alimentaria y popular. “No es posible la soberanía alimentaria en el capitalismo”.

La Cumbre oficial también ocupó nuestra atención y allí estuvimos compartiendo nuestras propuestas y esperando que los gobiernos mostraran madurez para asumir compromisos y dejar de ser títeres de las corporaciones. Lamentablemente no fue así y todos los temores que teníamos se confirmaron en un documento pobre, carente de compromisos y en el que “El futuro que queremos” (el nombre del documento oficial) aparece cada más oscuro y excluyente. Si bien no se logró imponer a la Economía Verde como nuevo “paradigma” del sistema capitalista su mención repetida página tras página del documento es de por sí una denuncia de su verdadero espíritu.

La Cumbre Oficial de Río + 20, tal como veníamos denunciando los movimientos sociales, fue un GRAN FRACASO, luego de 20 años no se ha avanzado en nada, en lugar de aciertos hemos tenido retrocesos ahora materializados en la propuesta de economía verde, el maquillaje verde del capital, que pretende mercantilizar la vida. Pero sin embargo, para los movimientos sociales convocados en la Cumbre de los Pueblos fue un momento de profunda discusión y de construcción de nuevas alianzas, de movilización y también de formación que nos permitió entender mejor el modelo que nos tratan de imponer. Las jornadas de resistencia y movilización en el marco de la Cumbre de los Pueblos llevó a las calles a niños, niñas, mujeres, hombres todos y todas con el objetivo de ir construyendo una capacidad de movilización basada en la solidaridad, internacionalismo y la integración de los pueblos del mundo para convertir nuestras luchas en realidades.

Los infinitos colores, las múltiples voces, la diversidad de pueblos, los cantos en las calles y los múltiples vestidos, artesanías y culturas presentes en la Cumbre son un reflejo del mundo que desde la Vía Campesina estamos construyendo junto a todos los pueblos del mundo que eligieron no recorrer este camino de muerte que el capitalismo intenta imponernos. Ahora el desafío es seguir recorriéndolo colectivamente hacia la dignidad.

Descargar: Síntesis de Participación de la Via Campesina: Noticias, Videos, Fotos

miércoles, 20 de junio de 2012

El primer cruce contra la economía verde


Por un lado, un desarrollo solidario, en defensa de los bienes comunes y de la Madre Tierra; por otro, la economía verde y sus nefastas consecuencias para los sectores populares. En una mesa en la Cumbre de los Pueblos movimientos y organizaciones sociales muestran su posición de rechazo al capitalismo.Movimientos y organizaciones sociales, que ya padecen los efectos de la economía verde, expusieron las contradicciones de esta propuesta del capital e interpelaron fuertemente desde sus vivencias y luchas a los expositores del “desarrollo sostenible”, representandos por Achim Steiner, director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUM), durante la mesa “Diálogos sobre economía verde”. Realizada en el marco de la Cumbre de los Pueblos, esta contó con la participación, por el campo popular, de Edwin Vázquez, dirigente de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de Baja Amazonia (COIBA); Juan Herrera, de Argentina, integrante de la red Vía Campesina, además del ex-embajador de Bolivia en la ONU, Pablo Solón y el intelectual canadiense Pat Mooney.
Entre los puntos subrayados por los movimientos, que cuentan como consecuencias de la economía verde los desalojos, las muertes por agrotóxicos, los asesinatos por especulación de tierras, están las propuestas de desarrollar una economía local para la producción y consumo de alimentos, evitando así el desperdicio de alimentos y el derroche de energía en el proceso de exportación global; la promoción de la vuelta de familias al campo; la creación de un fondo para desarrollar tecnologías de bajo impacto a la naturaleza a partir de un impuesto sobre las transacciones internacionales; la necesidad de plantear una distribución de la riqueza y de la tierra para poder erradicar verdaderamente la pobreza, y el necesario aprendizaje de las comunidades, verdaderas expertas en el desarrollos sustentable.
Edwin Vazquez exigió que los Estados nacionales reconozcan jurídicamente a los pueblos originarios, afirmando que la economía verde para estos no es el dólar sino sus territorios, mientras Juan Herrera advirtió que la Vía Campesina seguirá resistiendo en la calle a la economía verde, buscando la unidad de la clase campesina y de los distintos movimientos sociales, frente a la economía verde cuyo postulado fundamental es el capitalismo.
Larissa Packer, de la Carta de Belem, mencionó los ejemplos fallidos del accionar a partir de la economía verde en los países de Australia, Estados Unidos, Uganda y refirió el perverso método de sacar mayor renta que tiene este sistema económico mundial: “mientas más escaso es un recurso, más aumenta su valor económico; mientras más degradado se encuentra el medio ambiente, más gana la economía verde.
Los movimientos coincidieron en que los mercados no fueron capaces de resolver los problemas mundiales, que no es posible hablar de cambio económico si no son discutidos los modos de producción y consumo, pasando por la promática del empleo, que debe significar trabajo decente, igualdad entre hombre y mujer, seguridad en las condiciones de trabajo, un sistema de protección social.
Las contradicciones de la economía verde
Un título aparte mereció la intervención de Pablo Solón que desmoró el discurso de Achim Steiner con ejemplos concretos. Uno de ellos fue el cuestionamiento a usar el caso de Australia como modelo a seguir, pues su “desarrollo” se ha basado en la privatización de las fuentes de agua y dijo que la explotación del recurso hídrico significa la aniquilación de poblaciones, un saqueo comparable a la situación de Palestina ante las intervenciones israelíes.
Preguntó por qué no se toma el caso de Bolivia como paradigma, ya que este país estatizó las concesiones de agua potable para garantizar que toda la población tuviese acceso a este derecho universal.
Basándose en el programa de Reducción de Emisiones de la Desforestación y la Degradación de Bosques (REDD) explicó la función que cumpliría la economía verde: asignarle un valor económico a la naturaleza para que sea cotizada en los mercados, así las empresas transnacionales tienen la posibilidad de seguir contaminando el planeta y comprando bonos de carbono.
Dio cifras contundentes: el 1% de la población mundial controla el 50% de los recursos del planeta Tierra, con lo que ratificó las exposiciones anteriores que apuntaron la ausencia de equilibrio y armonía con la naturaleza, si no se plantea una real redistribución de la riqueza. Además resaltó que mientras se sigan destinando 1,5 trillones de dólares a guerras no habrá posibilidades de aspirar a un cambio.
“¿Qué es lo que nosotros queremos? Nosotros queremos un cambio de verdad, no más capitalismo. Nosotros creemos que el capitalismo nos ha llevado a esta situación, a la naturaleza y a los seres humanos. ¿Y qué significa otro modelo? Hablemos con claridad, un modelo que no esté basado en la ganancia, eso es la economía verde. Que no tenga como centro la máxima obtención de la ganancia posible. Nosotros queremos un modelo donde no se tome a la naturaleza como un simple objeto, como algo que nosotros podemos hacer lo queremos con ella, sin tener en cuenta que la naturaleza es nuestro hogar, es parte de nuestra vida, que nosotros somos parte de la naturaleza. El gran error que ha cometido la humanidad es creerse dueña de la naturaleza.”

sábado, 16 de junio de 2012

Cumbres verdes: hipotecando el futuro



Silvia Ribeiro*
16-06-2012

Del 20 al 22 de junio se reúne en Río de Janeiro la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable (Río+20) a veinte años de la primera conferencia global sobre desarrollo y medio ambiente.
La situación ambiental es mucho peor que entonces, pero no es el tema principal: al centro de la polémica está la llamada economía verde, el intento de someter al mercado toda la naturaleza y sus ciclos vitales. Sus promotores la presentan como una oportunidad de ganar-ganar frente a las crisis, incentivando mercados financieros con la naturaleza (mercados de carbono, servicios ambientales) y la aplicación de nuevas tecnologías (nanotecnología, biotecnología, geoingeniería y otras de alto riesgo) para crear nuevas fuentes de negocios para las empresas en problemas, supuestamente atendiendo al mismo tiempo problemas ambientales. A todo lo que tiene base biológica, le llaman solución verde, aunque sea como los agrocombustibles, que usan más petróleo que el que dicen sustituir y son causa principal del elevado precio de los alimentos.

Como explican los organizadores de la Cumbre de los Pueblos por Justicia Social y Ambiental (Rio de Janeiro, 15-23 de junio), Nada en la economía verde cuestiona o sustituye a la economía basada en el extractivismo y los combustibles fósiles, ni sus patrones de consumo y producción industrial, sino que extiende la economía explotadora de la gente y el ambiente a nuevos ámbitos, alimentado el mito de un crecimiento económico infinito
Sobre este destructivo mito se reúne también el 18-19 de junio en México el G-20, un grupo auto-convocado de países poderosos del planeta, donde a propuesta de México el crecimiento verde es punto central de la agenda. Desde allí lanzarán lo que opinan debe ser el resultado de Río+20, esa sí convocada por Naciones Unidas y a la que asistirán 140 jefes de estado.
Es pasmoso que ante la gravedad de las crisis globales, ambientales, económicas, alimentarias, la Río+20, en negociación hace dos años, no haya entregado un diagnóstico claro y certero de las crisis ni puesto sobre la mesa soluciones verdaderas. El documento base sigue a pocos días de la Cumbre con muchos temas sin acuerdo. Sin embargo, que el documento esté trancado no es negativo. Es grave por la inacción frente a problemas serios, pero significa también que las intenciones de algunos gobiernos (todos integrantes del G-20), de posicionar la economía verde como panacea para todos los males, ha encontrado trabas.
Mayoritariamente los países del G-77 (132 países de África, Asia y América Latina, menos México que no forma parte) han tratado de acotar las propuestas de economía verde. Pero el concepto, aunque vago, saldrá seguramente como el logro principal de la Cumbre. La ambigüedad en la definición será interpretada como convenga a cada gobierno y sobre todo, a las instituciones financieras multilaterales que son quienes han respaldado con fondos públicos las inversiones de riesgo en nuevos mercados con la naturaleza (para consolidarlos y que luego las empresas puedan invertir con seguridad).
Si bien la resistencia del G-77 en Naciones Unidas es significativa, la vasta mayoría de los países del Sur, particularmente el anfitrión Brasil, comparten un modelo de desarrollo y crecimiento dentro del capitalismo y ven la economía verde como posible negocio. Algunos plantean que sea con más atención a aspectos sociales y a la inequidad global. Otros rechazan la economía verde porque creen será una nueva fuente de condicionalidades. Los países del Norte, pese a sus crisis, presionan para que todo sea a favor de sus trasnacionales. Para lograrlo, en la negociación han amenazado derechos ya establecidos en ONU, como el derecho a la alimentación, al agua, a la información, los derechos de comunidades locales y pueblos indígenas, la equidad de género.
El tema de la economía verde no comenzó con Río+20. Por ejemplo, la conferencia sobre cambio climático en Cancún en 2010 fue devastadora al institucionalizar programas como REDD, que mercantilizan el aire de los bosques y arrasan con los derechos de las comunidades. Pero Río+20 pretende además sentar un marco global y en todos los temas, que promueva la economía verde. Es una trampa discursiva importante, porque suena positivo cuando en realidad es lo contrario.
Es un frente que necesitamos entender y disputar. Para ello se instaló la Cumbre de los Pueblos por justicia social y ambiental, contra la mercantilización de la vida y la naturaleza y por la defensa de los bienes comunes. No fue fácil la convergencia de 40 grandes redes de movimientos sociales y pueblos brasileños (campesinos, trabajadores, mujeres, ambientalistas, comunidades negras, indígenas, derechos humanos y otros) y más de 35 redes internacionales. Se esperan decenas de miles de personas de la región y participación significativa del resto del planeta. Habrá más de 1000 actividades sobre diversos temas, reminiscente del Foro Social Mundial. A diferencia de éste, habrá plenarias temáticas sobre diagnóstico y propuestas, así como de estrategias comunes hacia el futuro. Es grande el desafío de confrontar y debatir en estas dimensiones y desde tanta diversidad, pero también avizora una nueva etapa de convergencia de los movimientos sociales. Seguramente el mayor valor del encuentro no será lo que sucede en Río, sino en qué grado alimenta la resistencia y propuestas locales por todo el mundo.
Lo que no tiene duda es que la economía verde y sus falsas soluciones están siendo enérgicamente contestadas desde los movimientos. Es apenas el comienzo.
*Investigadora del Grupo ETC

jueves, 14 de junio de 2012

La culpa de ser el granero y la mina del mundo

Por Fabiana Frayssinet
RÍO DE JANEIRO, jun (IPS) - El rol de América Latina como proveedor mundial de materias primas, en expansión por la creciente demanda de alimentos y minerales, conlleva un alto costo ambiental. Activistas y expertos entienden que el dilema es buscar nuevas formas de producción o sustituir el actual modelo exportador.
Ernesto Guhl Nannetti, director del colombiano Quinaxi, Instituto para el Desarrollo Sostenible, lanzó la primera piedra.

"Con el proceso de crecimiento de China o del sudeste asiático se disparó la demanda de materias primas, y eso ha contribuido a un fuerte incremento del proceso de extracción en América Latina, con los consecuentes daños ambientales importantes, especialmente en la minería de oro y de metales", dijo en entrevista con IPS.

Nannetti integró el grupo internacional que elaboró el quinto informe sobre las Perspectivas del Medio Ambiente Mundial (GEO-5), presentado el miércoles 6 en Río de Janeiro por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

El ambientalista advirtió que, si los gobiernos latinoamericanos no "le ponen límites claros" a la explotación de recursos minerales o establecen áreas específicas para hacerlo, "puede haber efectos muy graves a futuro"

Ya lo decía en 2010 un análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, al advertir que las exportaciones de la región "están ancladas" en sus recursos naturales. En 2009, casi 40 por ciento de las ventas eran de materias primas frente a 26,7 por ciento en 1999. En los países mineros y especialmente petroleros, la proporción fue mayor.

Pero ahora el argumento se refuerza ambientalmente desde informes como el del GEO-5, que dedica un capítulo a esta región, que cuenta con 23 por ciento de todos los bosques del mundo y 31 por ciento de sus recursos de agua dulce. "Los ricos recursos naturales latinoamericanos y caribeños son fundamentales para la salud ambiental del planeta, pero cualquier intento de protegerlos será insuficiente si sus gobiernos no redoblan esfuerzos para crear nuevas políticas de protección y aplicar las existentes", alerta el Pnuma.

El documento no responsabiliza directamente de la degradación de recursos al modelo exportador, pero aporta datos llamativos al respecto.

"El crecimiento de la población y los padrones de consumo insostenibles han diezmado ambientes naturales en pro de la agricultura y la extracción de materias primas, con impactos sobre la biodiversidad de la región", señala.

Uno de los ejemplos citados es el aumento de las tierras cultivables en 83 por ciento desde 1960, coincidiendo con una deforestación expansiva. La región perdió cuatro millones de hectáreas por año entre 2005 y 2010. El aumento de la demanda mundial de carne vacuna también aportó lo suyo en este daño.

El GEO-5 destaca que el aumento de los precios de los alimentos, así como de las mezclas obligatorias impuestas a los biocombustibles, de parte de Europa por ejemplo, estimularon el aumento de las plantaciones de palma africana en Colombia y Guatemala, de la caña de azúcar para producir etanol en Brasil y de soja en el sur de América.

La pecuaria, que consume mundialmente ocho por ciento del agua, también incidió en la disminución de la cantidad y calidad de los recursos hídricos de la región. Y la biodiversidad de los trópicos se redujo 30 por ciento desde 1992, por varios factores ligados, entre otros, "las prácticas insostenibles del uso de la tierra".

También afectada por la expansión de la frontera agrícola, la selva amazónica podría reducir un tercio de su bioma hacia 2100 por el cambio climático.

En la actual etapa de capitalismo se percibe una "nueva división internacional de la producción", aseguró Joao Pedro Stédile, dirigente del brasileño Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra y a nivel internacional de La Vía Campesina.

En esa nueva repartición, Stédile dijo a IPS que a América Latina le correspondió el papel de exportador de materias primas minerales y agropecuarias, a Asia el de las industrias intensivas por su bajo costo salarial, y al hemisferio norte el de las industrias de alta tecnología y altos salarios.

Luego apuntó como segunda causa la "ofensiva del capital financiero", en peligro en el Norte tras la crisis nacida en 2008 en Estados Unidos, que "se corrió para nuestra región para apoderarse de los recursos naturales.

"Los pueblos locales son los que se quedan con el pasivo de la contaminación y los desequilibrios climáticos que generan sequías, inundaciones entre otros desastres", explicó.

Un modelo que según Stédile, si bien se repite en toda la región, tiene en Brasil un ejemplo "trágico".

Un informe del local Banco Nacional de Desarrollo cuantifica las inversiones en este país para el periodo 2012-2015.

De los 534.000 millones de reales (260.000 millones de dólares) previstos, 60 por ciento serán para petróleo y gas, 10 por ciento para explotación mineral y 10 por ciento para la industria de celulosa. "Eso quiere decir que 80 por ciento de esas inversiones productivas serán para la exportación de bienes minerales y materias primas", subrayó.

El Pnuma señala experiencias positivas como las que en Brasil ampliaron las áreas protegidas de bosques, o condicionaron créditos rurales a la protección ambiental.

Otro colaborador de ese informe, Carlos Klink, secretario de Cambios Climáticos del Ministerio de Medio Ambiente de Brasil, propone soluciones "científicas", en las cuales "deben basarse quienes toman las decisiones".

El experto estudió el Cerrado, el segundo mayor bioma brasileño después de la Amazonia, que por la expansión agrícola ha registrado los peores índices de deforestación del país.

El desafío era como "conciliar el uso de la tierra con la conservación" sin sacrificar el desarrollo agrícola que trajo "beneficios socioeconómicos innegables".

"¿Qué hacer con esas tierras degradadas? Tuvimos capacidad científica para mejorarlas cambiando apenas el tipo de producción", ejemplifico.

Una respuesta a la que apuntan también organismos como el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: promover "un desarrollo de la producción y el consumo más sostenibles. Una revolución doblemente verde", señaló en una entrevista con IPS su director, José Graziano.

Mientras, la Cumbre de los Pueblos, paralela a Río+20, cuestiona "soluciones a los límites del planeta" como los transgénicos, los agrocombustibles, la nanotecnología y la biología sintética, y plantea encarar las verdaderas causas de la degradación ambiental, o sea "un fallido modelo económico ahora disfrazado de verde".

El sentido urgencia, es al menos unánime.(FIN/2012)

miércoles, 13 de junio de 2012

Esto es lo que hace la Megaminera VALE en Brasil

La Multinacionale Vale que realiza la explotacion de potasio en Mendoza y
próximamente lo hará en Nqn, es parte del consorcio que construye la represa
hidroeléctrica de Belo Monte, un nuevo Genocidio de los innumerables en curso
en todo este podrido mundo que vivimos...
Pablo


¡Esta Foto debe dar la Vuelta al Mundo!


La evacuación de la tribu Kayapó – un pueblo indígena de la región amazónica de Mato Grosso en Brasil – , ha comenzado… La construcción de la represa hidroeléctrica de Belo Monte se libera…, a pesar de numerosas protestas y más de 600.000 firmas recogidas. Por lo tanto, la pena de muerte ya fue dada a la gente de la gran curva del río Xingu. Belo Monte, un total de 400.000 hectáreas de bosque será inundado, un área que es más grande que el Canal de Panamá. 40.000 personas de las comunidades indígenas y locales…, el hábitat de muchas especies animales y vegetales, serán destruidos.
Todo en orden de la producción de electricidad más fácil, más eficaz y rentable, producida principalmente por los inversionistas. Sé que esto no le suceda a nuestro país…. Algunos dirán: ¿Qué nos importa Brasil? Como si no tenemos nuestros propios problemas… ¡Pero no soy de ésta opinión! La desesperación inherente a ésta imagen, a ése rostro… me hizo pensar…: “La historia de la tribu kayapó debe ir por el mundo y tal vez provocar una revalorización. Lejos de la marcha despiadada de la sociedad capitalista…, hacia responsables…”

jueves, 7 de junio de 2012

Vía Campesina en Rio: Los pueblos del mundo frente a los avances del capitalismo


Documento de Posicionamiento de La Vía Campesina
Los pueblos del mundo frente a los avances del capitalismo: Rio+20 y más allá

Los gobiernos de todo el mundo se reunirán en Río de Janeiro, Brasil del 20 al 22 de junio de 2012, para supuestamente conmemorar 20 años de la "Cumbre de la Tierra", la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, que estableció por primera vez una agenda global para el "desarrollo sostenible". Durante esa cumbre, en 1992, se adoptaron tres convenios internacionales: el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el Convenio de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Convenio de Lucha contra la Desertificación. Cada una de ellos prometía poner en marcha un conjunto de acciones destinadas a proteger el planeta y la vida sobre él, y contribuir a que todos los seres humanos gocemos de una vida digna.
Muchas organizaciones sociales en ese momento saludamos y apoyamos con esperanza las nuevas convenciones. Veinte años después, vemos que las causas reales del deterioro ambiental, económico y social siguen sin ser atacadas. Peor aún, nos alarma profundamente que la próxima reunión de junio servirá para profundizar las políticas neoliberales y los procesos de expansión capitalista, concentración y exclusión que nos tienen hoy envueltos en una crisis ambiental, económica y social de gravísimas proporciones. Bajo el nombre engañoso y mal intencionado de “economía verde” , hoy se anuncian nuevas formas de contaminación y destrucción ambiental, así como nuevas olas de privatización, monopolización y expulsión desde nuestras tierras y territorios.

La Vía Campesina se movilizará para este evento, representando a la voz campesina en el debate mundial y defendiendo un camino diferente de desarrollo, arraigado en el bienestar de todos y todas, que garantice los alimentos para todos, que proteja y garantice que los bienes comunes y los recursos naturales estén al servicio de un buen vivir para todas y todos y no de las necesidades de acumulación de unos pocos.
20 años después: el planeta y la humanidad en crisis
20 años después de la Cumbre de la Tierra, el conjunto de la vida en el planeta se ha vuelto dramáticamente difícil. El número de personas hambrientas ha aumentado a casi mil millones, lo que significa que uno de cada seis seres humanos está pasando hambre, principalmente niños y mujeres del campo. La expulsión desde nuestras tierras y territorios sigue avanzando de manera acelerada, ya no sólo por las condiciones de desventaja que se nos imponen desde los tratados comerciales y el sector industrial, sino por nuevas formas de acaparamiento de la tierra y el agua, la imposición global de formas de propiedad intelectual que nos roban nuestras semillas, por la invasión de semillas transgénicas, el avance de las plantaciones de monoculivos, los megaproyectos, la minería.
Las grandes promesas de Río 92 han resultado una farsa. El Convenio de Biodiversidad no detuvo la destrucción de la biodiversidad y fortaleció y generó nuevos mecanismos destinados a privatizarla y convertirla en mercancía. La desertificación sigue avanzando de la mano de la agricultura industrial y la expansión de los agronegocios y de las plantaciones de monocultivos. El calentamiento de nuestro planeta -con todo los desastres y el sufrimiento dramático que ya está causando- no se ha detenido, sino que se ha acelerado y agravado.
El gran engaño de 1992 fue el “desarrollo sustentable”, que inicialmente las organizaciones sociales vimos como una posibilidad de enfrentar la raíz de los problemas. Sin embargo, no fue más un lavado de cara de la búsqueda de nuevas formas de acumulación. Hoy buscan legitimar una nueva fachada, especialmente bajo el nombre de “economía verde”
La “economía verde” y otras falsas soluciones: un nuevo asalto a los pueblos ysus territorios
La ganancia capitalista ha generado la mayor crisis del sistema desde 1929. Desde2008, el sistema hegemónico intenta encontrar salidas a su crisis estructural, buscandonuevas posibilidades de acumulación que mantengan su lógica. Es en este contexto queocurrió la captura corporativa de los convenios de diversidad biológica y cambioclimático y, consecuentemente, el desarrollo de esta nueva ingeniería financiera llamadaCapitalismo Verde.
Gobiernos, empresarios y los organismos de Naciones Unidas han pasado los últimos años construyendo el mito de la “economía verde” y del “enverdecimiento de la tecnología”. La presentan como la nueva posibilidad de hacer coincidir el cuidado de la Tierra con los negocios, pero es en realidad la vía para lograr nuevos avances del capitalismo, hasta poner a todo el planeta bajo el control de los grandes capitales. Son varios los mecanismos que se impulsarán a través de la economía verde y todos ellos aumentarán la destrucción. Más específicamente,
  1. La economía verde no busca detener el cambio climático ni el deterioro ambiental, sino generalizar el principio que quien tiene dinero puede seguir contaminando. Hasta el momento han utilizado la farsa de la compra de bonos de carbono para poder seguir emitiendo gases invernadero. Hoy están inventando los bonos de biodiversidad. Es decir, las empresas podrán seguir destruyendo bosques y ecosistemas, siempre y cuando le paguen a alguien para que supuestamente conserve la biodiversidad en algún otro lado. Mañana posiblemente inventen los bonos de agua, de paisaje, de aire puro.
  2. Los sistemas de pago por servicios ambientales se están utilizando para quitarle sus tierras y territorios a los pueblos indígenas y campesinos. El mecanismo que están impulsando con más fuerza gobiernos y empresas es el sistema REDD y REDD plus. Dicen que es un sistema para reducir las emisiones de gases invernadero producto de la deforestación y degradación de los bosques, pero se está utilizando para imponer, por un pago irrisorio, planes de manejo que les niegan a familias y comunidades rurales el acceso a sus propias tierras, bosques y fuentes de agua. Además, garantizan el acceso irrestricto de las empresas a las áreas de bosque colectivo, potencializando la biopiratería. También imponen contratos que amarran a las comunidades a esos planes de manejo por 20 años o más y que dejan las tierras indígenas y campesinas como prenda hipotecaria, lo que crea la posibilidad cierta de que esas comunidades pierdan sus tierras. El objetivos de los servicios ambientales es tomar control de los espacios naturales de reserva y de los territorios que aún están bajo el control de nuestras comunidades.
  3. Otra iniciativa de la economía verde es convertir a las plantas, las algas y a todos los restos orgánicos (rastrojos, estiércol, etc) en fuente de energía para sustituir el petróleo; es lo que llaman “uso de la biomasa” . Con los agrocombustibles, esto ha significado que millones de hectáreas que debieran estar cubiertas de bosques o produciendo alimentos hoy se utilizan para alimentar máquinas. Si efectivamente se generaliza el uso energético de la biomasa, veremos que la vida en el mar se reduce aún más porque una parte importante de especies marinas se quedará sin alimento, que nuestros suelos no recuperarán la materia orgánica que es imprescindible para conservar la fertilidad y protegerse contra la erosión y la sequedad, y que será imposible alimentar a nuestros animales porque los alimentos se harán cada vez más escasos y caros. También se agravará la escasez de agua, ya sea por el cultivo de agrocombustibles, ya sea por que nuestros suelos no tendrán capacidad para absorber y retener agua al faltarles la materia orgánica.
  4. Después nos hablan de “agricultura climáticamente inteligente”, que sólo busca que aceptemos una nueva Revolución Verde -posiblemente con transgénicos- y que en vez de exigir apoyo efectivo para defendernos de los efectos del cambio climático, aceptemos pagos irrisorios que funcionarán igual que REDD. También buscan imponernos sistemas altamente dependientes de grandes cantidades de agrotóxicos, como la siembra directa a base de pulverizaciones aéreas de Round Up, los que pasan a ser llamados “agricultura baja en carbono.” Es decir, nos obligarán a hacer un cierto tipo de agricultura y podremos perder el control sobre nuestros territorios, nuestros ecosistemas y nuestra agua.
  5. Uno de los aspectos más perversos de las falsas soluciones que se impulsan en las negociaciones internacionales es la de restringir el acceso y el uso del agua de riego. Usando como pretexto el hecho que el agua de riego es escasa, proponen que el agua se concentre en “cultivos de alto valor”; es decir que se rieguen los cultivos de exportación, los agrocombustibles y otros cultivos industriales, y que se deje de regar los cultivos para la propia alimentación
  6. El impulso de soluciones tecnológicas que no son solución alguna es parte también de la agenda de las discusiones en Río. Entre las más peligrosas están la geoingeniería y la aceptación de los cultivos transgénicos. Hasta el momento, ninguna de las soluciones propuestas por la geoingeniería ha demostrado tener capacidad real de solucionar los problemas del clima. Por el contrario, algunas de las formas de geoingeniería (como la fertilización de los mares) son tan peligrosas que internacionalmente se ha declarado una moratoria sobre ellas. Para que aceptemos los transgénicos se nos dice que crearán cultivos resistente a la sequía y al calor, pero lo único nuevo en transgénicos es más variedades resistentes a herbicidas, las que además están haciendo que vuelvan al mercado herbicidas altamente tóxicos, como el 2,4,-D.
  7. El plan más ambicioso y lo que algunos gobiernos identifican como “el mayor desafío” es el de ponerle precio a todos los bienes de naturaleza (como el agua, la biodiversidad, el paisaje, la vida silvestre, las semillas, la lluvia, etc), para luego privatizarlos (con la excusa de que conservarlos requiere dinero) y cobrarnos por su uso. A esto se le llama la Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad (TEEB). Es el asalto final a la naturaleza y la vida, pero también a los medios de trabajo y de vida de los pueblos que viven de la agricultura, la caza y la pesca.

Este capitalismo “verde” tiene en la mira especialmente los espacios rurales comunes, la agricultura, la tierra y el agua. Ya estamos sufriendo sus efectos en la forma de acaparamientos de tierra, privatización del agua y de los océanos, de los territorios indígenas, de los parques nacionales y las reservas naturales, todos procesos que están siendo acompañados de expulsiones forzadas de comunidades campesinas e indígenas.

La solución real: poner al centro las agriculturas campesinas e indígenas
Los pueblos campesinos e indígenas somos quienes concentramos los mayores niveles de pobreza, porque se nos ha despojado de la tierra y se nos ha cercado por la ley o por la fuerza para que no podamos cultivar e intercambiar libremente. Sin embargo, somos pueblos que seguimos resistiendo la expulsión desde el campo, y aún somos más del 90% de la población rural. Nuestras formas de hacer agricultura enfrían el planeta, cuidan los ecosistemas y aseguran la alimentación para los sectores más pobres.
Toda solución real pasa por detener el lucro desenfrenado del capital, acabar con la complicidad de los gobiernos y apoyar las formas de producción que efectivamente cuiden el planeta. La Soberanía Alimentaria es parte del corazón de los cambios necesarios, el único camino real para hacer posible alimentar a toda la humanidad. Nuestras propuestas son claras y entregan soluciones reales:
  1. Debemos cambiar el sistema alimentario industrial agroexportador por un sistema basado en la soberanía alimentaria, que devuelva a la tierra su función social como productora de alimentos y sustentadora de la vida, que ponga en el centro la producción local de alimentos, los circuitos de comercialización y procesamiento local. La soberanía alimentaria permite acabar los monocultivos y los agronegocios, fomentar los sistemas de producción campesina que se caracterizan por su mayor intensidad y productividad, su capacidad para dar trabajo, cuidar el suelo y entregar una producción sana y diversificada. La agricultura campesina e indígena es también la que puede enfriar el planeta; con capacidad de absorver o evitar hasta 2/3 de los gases invernaderos que se emiten cada año.
  2. La tierra actualmente en manos campesinas e indígenas es alrededor del 20% de la tierra agrícola a nivel global. Si embargo, con esa tierra las familias y comunidades campesinas e indígenas producimos al menos la mitad de la alimentación mundial. En nuestras manos está la forma más segura y eficiente de superar el hambre en el mundo.
  3. Para asegurar alimentación para todos y restaurar la normalidad climática en la tierra, es necesario que la agricultura vuelva a ser una tarea en manos principalmente de comunidades campesinas y pueblos indígenas. Para ello debe hacerse de manera urgente reformas agrarias integrales y de gran amplitud, que acaben con la concentración extrema y creciente de la tierra que hoy afecta a la humanidad. Esas reformas agrarias son las que darán las condiciones materiales para que la agricultura cumpla su papel en beneficio de la humanidad entera y por ello la defensa y protección de las agriculturas campesinas e indígenas es hoy una tarea de todas y todos. En lo inmediato, es necesario detener todos las transacciones, concesiones y traspasos que signifiquen concentración o acaparamiento de tierras y/o desplazamiento de comunidades rurales.
  4. Los sistemas campesinos e indígenas de agricultura, caza, pesca y pastoreo que ayudan a cuidar la tierra y la alimentación deben ser apoyados adecuadamente con fondos y medios públicos no condicionados. Los mecanismos de mercado -como venta de carbono y servicios ambientales- deben desmontarse de inmediato y reemplazarse por medidas reales, como las que mencionamos más arriba. Detener la contaminación es un deber que nadie puede evadir comprando derechos a seguir destruyendo.
  5. El uso legítimo de lo que ahora organismos internacionales y empresariales llaman biomasa es alimentar a los seres vivos y volver a la tierra para restaurar su fertilidad. Las emisiones provenientes del derroche de energía deben reducirse en base al ahorro y el fin del despilfarro. Necesitamos fuentes de energía renovable decentralizados, al alcance de los pueblos.
Todos movilizados para desenmascarar Rio+20 y el capitalismo verde
Nosotros y nosotras, campesinos y campesinas, agricultores y agricultoras familiares, campesinos y campesinas sin tierra, pueblos indígenas y migrantes -hombres y mujeres- nos oponemos decididamente a la mercantilización de la tierra, nuestros territorios, el agua, las semillas, los alimentos, la naturaleza y la vida humana. Reiteramos lo dicho en la Cumbre de los Pueblos en Cochabamba, Bolivia: “La humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar el camino del capitalismo, la depredación y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida.”
Repudiamos y denunciamos la economía verde como una nueva máscara para ocultar mayores niveles de codicia de las corporaciones y del imperialismo alimentario en el mundo y como una forma brutal de lavarle la cara al capitalismo, que sólo impone falsas soluciones, como el comercio de carbono, REDD, la geoingienería, los transgénicos, los agrocombustibles, el bio-char y todas las soluciones de mercado a la crisis ambiental.
Nuestro reto es restituir otra manera de relacionarnos con la naturaleza y entre los pueblos. Ese es también nuestro deber y nuestro derecho y por ello seguiremos luchando y llamamos a seguir luchando incansablemente por la construcción de la soberanía alimentaria, por la reforma agraria integral y la recuperación de los territorios indígenas, por poner fin a la violencia del capital, y por restituir los sistemas campesinos e indígenas de producción basados en la agroecología.
NO A LAS FALSAS SOLUCIONES DEL CAPITALISMO VERDE
AGRICULTURA CAMPESINA YA!

martes, 5 de junio de 2012

Río+20: entre el capitalismo verde y la defensa de los bienes comunes


Como antesala de la próxima Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, Río de Janeiro se prepara para ser sede, entre el 20 y el 22 de junio, de una nueva Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Pero, ¿qué está en juego en Río+20? ¿cuáles son las propuestas oficiales, las presiones corporativas y las demandas desde la sociedad civil? ¿quiénes son los actores principales, los secundarios y los ocultos? ¿quiénes tienen realmente el poder? Es necesario algo de historia para entender cómo se llega a esta nueva Cumbre de la Tierra.
ESTOCOLMO ’72
La fiebre del crecimiento económico de postguerra, expresada en la intensificación de la industrialización y el extractivismo en la segunda mitad del siglo XX, llevaron a las naciones del norte global a experimentar fenómenos de contaminación transfronteriza que por primera vez concibieron como problemáticas necesarias de ser debatidas y enfrentadas, no de manera particular y aislada, sino como cuestiones globales, en el seno de las Naciones Unidas.
Por cierto, los impactos sociales y ambientales generados, desde las épocas coloniales, por los estados o empresas de los países industrializados en los países del sur global, ya sea por procesos de contaminación local o depredación, nunca fueron, hasta hoy, concebidos como una cuestión global digna de ser debatida internacionalmente.
Puede o no ser casualidad que, habiendo sido la contaminación del Mar Báltico por emisiones lejanas una de las más notorias y evidentes situaciones de crisis ambiental global, la primera Convención de Naciones Unidas para el Medio Ambiente Humano se realizó en Estocolmo en junio de 1972.
Estocolmo ’72 fue también escenario de la primera cumbre paralela impulsada por organizaciones ambientalistas, dominadas entonces por las conservacionistas que tenían expresión principalmente en los países del norte, como la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN, 1948), The Nature Conservancy (TNC, 1951) y el Fondo Mundial para la Vida silvestre (WWF, 1961). Surgían también organizaciones con un prisma más político, como Amigos de la Tierra (1969), fundada por un director del antiguo Sierra Club (1892), molesto por la debilidad de su rechazo a la energía nuclear.
Chile, como buena parte de América Latina, se mantenía ausente de estos debates globales emergentes, inmerso en la agitación política que lo sacudía entre el progresismo socialista y la reacción de la derecha económica. Esta saldría finalmente victoriosa a punta de golpes militares, y, sobre la base de esta misma fuerza militar, sentaría las bases para imponer en nuestro país un modelo sin precedentes en cuanto al sometimiento de los bienes comunes (sociales y naturales) al poder del mercado.
No obstante, las problemáticas y las organizaciones ambientales no habían sido del todo inexistentes en el escenario nacional. En 1968 nacía la primera ONG ecologista, el Comité pro Defensa de la Fauna y Flora (CODEFF), como respuesta a conflictos de contaminación urbana y las amenazas sobre ecosistemas y especies en peligro. Los parques nacionales comienzan a evolucionar desde “areas de interés ambiental” hacia el de “lugares de conservación y preservación de los ecosistemas de importancia nacional”.
A comienzos de los años 70, ya se empezaban a hacer sentir voces de comunidades afectadas por la contaminación industrial, como el -ahora, amplificado- caso de Puchuncaví, cuyos agricultores campesinos y pescadores artesanales ya reclamaban por el impacto de las flamantes fundición de cobre (entonces de ENAMI) y planta termoeléctrica de Ventanas, entonces ambas estatales. Cuentan que el gobierno de la Unidad Popular había encargado a Rumania una planta de ácido sulfúrico para mitigar las emisiones de dióxido de azufre de la fundición, y que tuvo que devolverse en pleno viaje debido al golpe militar.
A Estocolmo la sucedieron, durante los ’70, una serie de conferencias mundiales sobre “cuestiones globales”: población, alimentación, asentamientos humanos, agua, desertificación, ciencia y tecnología, etc, que avanzaban a la nueva concepción de un sistema global interrelacionado, operando bajo restricciones comunes.
Las iniciativas políticas de los gobiernos se vieron acompañadas de una creciente producción bibliográfica que relaciona el desarrollo socio-económico y la ecología, que tiene un hito en “Los Límites del Crecimiento”, del Club de Roma (1972), que van orientando los consensos hacia un paradigma que fuera aceptable para las élites internacionales del desarrollo, que no cuestionara su liderazgo y, bajo una noción de ecosistemas globales, dirigiera la atención a un tercer mundo sobrepoblado e insustentable.
DESARROLLO SUSTENTABLE: ¿UN NUEVO PARADIGMA?
Luego de un escabroso camino, la política internacional produjo en 1987 el Informe de la Comisión de Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo, más conocido como Brundlandt (por el apellido de la ex-primera ministra noruega que lo dirigió), dando a luz al paradigma del “desarrollo sustentable” (o “sostenible”), que incorpora la variable ambiental y de la disponibilidad de recursos naturales en el largo plazo, no como una responsabilidad ética, sino como parte de una estrategia de aseguramiento del crecimiento futuro.
Así como alrededor de 1970 el “crecimiento con equidad” (que llegaría a Chile recién el 2000 como slogan de campaña presidencial) había sido el concepto para reinventar el desarrollo: Más desarrollo para eliminar la pobreza (que se intensifica con el desarrollo); ahora el “desarrollo sustentable” era la nueva piedra filosofal: Más desarrollo, para eliminar la pobreza, que impide el uso sostenible de los recursos.
Las evaluaciones retrospectivas de personalidades del ambientalismo nacional e internacional sobre el desarrollo sustentable y su vigencia no son generosas. Para el destacado Ingeniero Agrónomo Nicolo Gligo, Director del Centro de Análisis de Políticas Públicas de la U. de Chile y Coordinador del Informe sobre el Estado del Medio Ambiente de Chile, “el famoso paradigma del desarrollo sustentable no tiene ninguna validez. Desarrollo sustentable tiene tantas interpretaciones como voluntades políticas para manejar el medio ambiente. (..) Es una trampa semántica como otras que ya se hacen frecuentes en la temática ambiental, y donde desafortunadamente, tropiezan muchos ciudadanos”.
Para Nnimmo Bassey, presidente de Amigos de la Tierra Internacional y Premio Nobel Alternativo 2010, “el desarrollo sostenible se ha convertido en un oxímoron, una contradicción de términos. (..) Lo que se ha buscado es la acumulación sostenible de los beneficios, el poder militar y los derechos de explotación acelerada de los ecosistemas y los pueblos vulnerables.”
RIO’92
De este modo, pasando sobre los escombros del muro de Berlín, se llegó a la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, también llamada Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, que congregó a representantes de 178 gobiernos (125 jefes de Estado) y unos 400 representantes de ONG, que se suman a unas 17 mil personas que participaron en el Foro Paralelo a la cumbre.
La Cumbre de la Tierra emitió la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, que aclara el concepto de desarrollo sustentable y establece principios para su impulso. Allí se adopta la llamada Agenda 21, que establece recomendaciones para alcanzar el desarrollo sustentable en múltiples ámbitos, como la salud, la vivienda, la contaminación del aire, la gestión de los mares, bosques y montañas, la desertificación, la gestión de los recursos hídricos y el saneamiento, la gestión de la agricultura, la gestión de residuos.
Asimismo, en Rio ’92 se aprobó la Declaración sobre los Bosques, el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención sobre el Cambio Climático, que más adelante llevó a la firma del Protocolo de Kyoto (1997).
Nícolo Gligo evalúa que “la Agenda 21 fue tan amplia y genérica que se convirtió en un instrumento inútil. (..) No obstante, algunas convenciones como la referida a la capa de ozono derivaron en políticas específicas que se tradujeron en importantes avances para disminuir los efectos de las sustancias contaminantes.”
Bassey afirma que “los acuerdos de la Cumbre de la Tierra han sido sistemáticamente subvertidos y negados. Durante los últimos 20 años el sistema global ha sido en gran parte privatizado y los bienes comunes se han reducido debido a estas presiones. La Agenda 21 se convirtió en un tabú para las fuerzas del capital.”
Efectivamente, habiéndose dotado al crecimiento económico de un sello ambiental, comenzó el traspaso masivo de recursos e instrumentos para el manejo ambiental desde el ámbito público hacia el ámbito de decisión de las corporaciones privadas y las instituciones financieras internacionales (IFIs), encauzadas en la vía de las reformas estructurales y la minimización de los Estados.
¿Y QUÉ PASABA EN CHILE?
En Chile, la recuperada democracia daba sus primeros y torpes pasos, y emprendía, entre todos sus desafíos, el de actualizar las políticas públicas en aquellos temas emergentes que ya eran relevantes en gran parte del mundo.
Pero, como en otros ámbitos de la política nacional, la elaboración e implementación de políticas explícitas e instituciones para la protección ambiental, de la mano de una sociedad civil expectante y entusiasta por participar en estos temas, chocaron desde el comienzo con la mantención y preeminencia de las bases y los criterios del modelo neoliberal, que subordina las decisiones públicas al funcionamiento del mercado y los objetivos de crecimiento económico, bajo la conducción de las élites empresariales con creciente presencia multinacional.
Así, en el laboratorio neoliberal que siguió siendo Chile durante los gobiernos de la Concertación -ahora con legitimidad democrática-, la diversidad cultural y biológica, la belleza escénica, el conocimiento tradicional y los derechos de pueblos indígenas, el cuidado y acceso a bienes comunes -el agua, el aire, la tierra, las semillas- han sido valores permanentemente despreciados en beneficio de los intereses corporativos de sectores depredadores como la gran minería, la megageneración energética y la transmisión eléctrica, la industria forestal, la agroindustria, la pesca industrial y la salmonicultura, el sector inmobiliario y el retail en las ciudades. O sea, por los dueños de Chile.
La huella del “desarrollo sustentable” en Chile es una extensa herida conformada por ecosistemas destruidos y especies desaparecidas, comunidades rurales y urbanas violentadas y desarraigadas, pérdida de patrimonio natural y construido. Todo, en nombre del crecimiento y sobre la base de la desigualdad y la injusticia social.
LAS TENDENCIAS DEL AMBIENTALISMO
Conforme los Estados nacionales y las Naciones Unidas cedían soberanía –por derecho, de los pueblos- en favor de las corporaciones multinacionales y las Instituciones Financieras Internacionales, comenzó también a expresarse una divergencia que sería definitiva en el ambientalismo ciudadano.
Por un lado, un mundo de ONGs pragmáticas, que no cuestionan el funcionamiento general del sistema socio-económico y que, por el contrario, -reducidos y ausentes los Estados- se valen del capital privado y de alianzas con sus actores más poderosos para llevar adelante sus acciones, cada vez más restringidas en términos de espacios y objetos ambientales a conservar y cada vez más orientadas a la limpieza de imagen de las industrias sucias, bajo el concepto de la “responsabilidad empresarial”.
Ricardo Navarro, presidente del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA), premio Goldman 1995, señala que “han surgido muchos que lo que buscan es
darle un maquillaje verde a las corporaciones, o sea permitiendo que la explotación de recursos y disposición de desechos continúe como siempre, pero desarrollando algún proyecto ambiental que le dé imagen a las corporaciones”.
Las mayores exponentes de este tipo de organización son las ya mencionadas WWF, UICN y TNC, así como la fundación AVINA, asimilables hoy a grandes empresas (por sus objetivos y nivel de presupuesto) y con acuerdos de “greenwashing” con empresas multinacionales devastadoras, como la petrolera Shell o la cementera HOLCIM.
Por otro lado, se viene desarrollando un creciente movimiento internacional, constituido por organizaciones y redes que tienden a converger en la demanda por “justicia ambiental”, la que, bajo las definiciones de la ecología política, se plantean, en una posición sistémica, marcadamente anti-neoliberal, la defensa de la comunidades y los pueblos en los conflictos ambientales causados por el crecimiento económico y la desigualdad social, en los planos local, regional, nacional y global.
Aquí destacan redes como La Via Campesina, que reúne organizaciones campesinas de base de todo el mundo, con la demanda principal de la soberanía alimentaria; la federación Amigos de la Tierra Internacional, integrada por organizaciones diversas de 76 países; la red global Jubileo Sur, que bajo el lema “Nosotros somos los acreedores” relaciona la ilegitimidad de la deuda externa de los países en desarrollo con las deudas históricas, sociales y ecológicas contraídas por el mundo desarrollado con el sur global; así como organizaciones nacionales como la española Ecologistas en Acción, la ecuatoriana Acción Ecológica, y, en Chile, el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales.
En medio, destaca GreenPeace (1971), la mayor organización ambientalista internacional, en términos de la cantidad de miembros, realiza su actividad mediante el activismo y las campañas públicas en ámbitos específicos de preocupación ambiental en el nivel nacional (en los países en que se encuentra) y global. Aunque no tiene un prisma político nítido, basa su ética organizacional en la decisión de no recibir financiamiento de empresas ni gobiernos.
COOPTACIÓN EMPRESARIAL Y DIVERGENCIAS EN LAS NACIONES UNIDAS
Durante estos veinte años, y marcadamente a partir de la inútil Rio+10 en Johannesburgo, se ha evidenciado una creciente cooptación corporativa del proceso de Naciones Unidas, lo que se ha evidenciado particularmente en las negociaciones en el marco de las Convenciones de Cambio Climático y Biodiversidad.
Esto ha sido recientemente puesto de relevancia por los movimientos sociales, mediante una declaración, firmada por miles de organizaciones, en que expresan: “el preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas comienza con las palabras “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos” (..) sin embargo, los intereses de las empresas amenazan con tomar precedencia en la ONU por encima de las voces de los pueblos”.
Como pruebas, la declaración destaca: ”Las agencias de la ONU como UNICEF, el PNUD, la OMS y UNESCO se han comprometido en asociaciones con importantes empresas transnacionales. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente estableció asociaciones con ExxonMobil, Río Tinto, Anglo American y Shell, que son empresas que están implicadas en violaciones de los derechos humanos y destrucción de la biodiversidad”.
También ha habido diferencias dentro de los procesos oficiales de negociación sobre medio ambiente en Naciones Unidas, donde -más allá de las transitorias confrontaciones de énfasis entre bloques como el G77, las potencias industrializadas y las emergentes- ha sido el gobierno de Bolivia, acompañado intermitentemente por sus compañeros del ALBA y otros “díscolos”, que han levantado las posiciones más alternativas, bajo los conceptos del Buen Vivir, los derechos de la Madre Tierra y la deuda climática.
No obstante, tal como también ha ocurrido en Ecuador, estas posiciones “pachamamistas” expresadas en instancias internacionales se han visto contradichas en la implementación real de políticas y planes desarrollistas y pro-empresariales en el territorio nacional (plurinacional, en el caso boliviano), provocando el rechazo de importantes grupos sociales, principalmente indígenas.
RIO+20 Y LA ECONOMÍA VERDE
La nueva Cumbre de la Tierra no genera las expectativas de la de hace dos décadas, no sólo por la historia aquí expuesta, sino porque viene oficialmente forzando principios e instrumentos, bajo el concepto de la “economía verde”, que explícitamente orientan las negociaciones en el sentido de la profundización del modelo de mercantilización de la naturaleza y el ambiente, estrenado hace años mediante los cuestionados y fracasados mercados de carbono. Esto ya se ha evidenciado en las primeras versiones del “Borrador cero” de la declaración de Río+20, titulada “El futuro que queremos”.
El elemento clave de la economía verde es la valorización económica y la transabilidad de los llamados “servicios ambientales”, ofrecidos gratuitamente por la naturaleza, como la disponibilidad de agua, alimentos y plantas medicinales, la captura de carbono, la regulación climática, la prevención de desastres y hasta se menciona a la cultura y el conocimiento de pueblos indígenas.
En palabres de Frei Betto, teólogo y escritor brasileño, en su reciente artículo “Se vende la naturaleza”: “En la lógica capitalista el valor de cambio de un bien está por encima de su valor de uso. Por lo cual los bienes naturales deben tener precio.” Y agrega: “Los consumidores de los bienes de la naturaleza pasarían a pagar, no sólo por la administración de la “manufactura” del producto (igual que pagamos por el agua que sale por el grifo en casa), sino por el bien mismo. Sucede que la naturaleza no tiene cuenta bancaria para recibir el dinero pagado por los servicios que presta. Los defensores de esta propuesta afirman que, por tanto, alguien o alguna institución debe recibir el pago (el don de la selva o del ecosistema).”
Para Gligo, “los resultados de Rio+20 serán mínimos. Tengo la sola expectativa de verificar cómo los contubernios entre los intereses dominantes se las ingenian para evadir los temas ambientales de fondo.” Para él, la economía verde es “otro caballito de Troya que viene a reemplazar términos desgastados e inoperantes. La propuesta de economía verde, en vez de quedarse en declaraciones rimbombantes, debería profundizar sobre el tema de las transnacionales que dominarían esta economía”.
Ricardo Navarro afirma que “la economía verde no cuestiona las causas fundamentales del problema, sino que las toma como base y sobre ellas propone una serie de tecnologías y procesos que continúan con el crecimiento económico”.
Nnimmo Bassey sostiene que “el espectro de la creciente mercantilización de la naturaleza pondrá cargas inaceptables sobre las poblaciones y territorios, y someterá al planeta a un mayor riesgo. No hay duda de que el único grupo de personas que van a Río +20 con gran expectativa son las empresas que ya han capturado al sistema”.
LA ESTRATEGIA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Para los movimientos de justicia ambiental, la cumbre oficial de Rio+20 no ofrece las expectativas de cambios estructurales que la gravedad de las crisis globales exigen, y concentran sus esfuerzos en las articulaciones y la acumulación de fuerzas para promover estos cambios a partir de los propios pueblos y su organización.
Este es el sentido de la Plataforma socio-ambiental hacia Rio+20, constituida por más de veinte organizaciones chilenas de diversos sectores (ONG, ambientalista, DDHH, campesino, estudiantil, sindical y otros) que, junto con denunciar la exclusión y opacidad del gobierno en la definición de la posición chilena en Rio+20, han trazado un camino de debates, encuentros y movilizaciones con organizaciones y comunidades de distintas zonas del país, proyectando y vinculando sus luchas hacia el futuro.
Y esta es la esencia de la convocatoria a la gran Cumbre de los Pueblos, “en defensa de la vida y los bienes comunes, la justicia social y ambiental, contra la mercantilización de la naturaleza y la economía verde”, que se desarrollará entre el 15 y el 23 de junio, concluyendo en paralelo con Rio+20.
La Cumbre de los Pueblos está estructurada en tres ejes: la denuncia de las causas estructurales de la crisis, las falsas soluciones y las nuevas formas de acumulación del capital; el impulso a las soluciones reales y los paradigmas alternativos de los pueblos; y la construcción colectiva de la agenda, campañas y movilizaciones comunes más allá de Rio+20.
En palabras de Nnimmo: “Río +20 ofrece un momento importante para los movimientos
de masas para unirse y forjar una visión de un mundo deseado y establecer claramente el tipo de Futuro que NO Queremos. Este es el momento”.
Eduardo Giesen A.
Ingeniero civil electricista, U. de Chile
Miembro del Colectivo VientoSur y de la Plataforma hacia Rio+20

Campaña Nacional de Firmas por el NO a la Minería Química a Cielo Abierto
y la Minería Nuclear en todas sus formas


¡Sumá aquí tu firma a este reclamo!