domingo, 30 de octubre de 2011

Brasil: Dilma rechaza más presiones y sigue adelante con la represa en la Amazonía


No hay marcha atrás”, afirmó el ministro de Minas y Energía de Brasil, Edison Lobao, luego que cientos de indios volvieron a protestar ayer en la capital del país contra la construcción de una inmensa represa en la Amazonía y entregaron al gobierno un documento de rechazo apoyado por 604.000 firmas.
Lobao reiteró que el gobierno cuenta con las garantías “legales y ambientales” para avanzar en el proyecto y que la población de la zona que se verá afectada por la represa de Belo Monte, en el corazón de la Amazonía, será indemnizada y reubicada. La hidroeléctrica recibió el pasado 25 de enero del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) luz verde para iniciar las obras.
El polémico proyecto, al que se resisten indios, agricultores y grupos ecologistas, supone la construcción de una inmensa mole de concreto que será la tercera mayor hidroeléctrica del mundo, por detrás de la de Tres Gargantas (China) e Itaipú, que comparten Brasil y Paraguay.
Belo Monte utilizará agua del río Xingú y será instalada en el municipio rural de Altamira, en el estado amazónico de Pará, que tiene unos 110.000 habitantes.
Según el gobierno, costará u$s 10.600 millones, generará11.233 megavatios en las épocas de crecida del río y creará 18.700 empleos directos
Su construcción obligará a inundar un área equivalente a 506 kilómetros cuadrados y a desplazar de la zona a cerca de 50.000 indios y campesinos, según sostienen los movimientos sociales.
El proyecto comenzó a gestarse en la década de 1970 y tras quedar estancado resurgió en el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011).
Su sucesora, Dilma Rousseff, lo asumió como uno de los principales proyectos para solucionar los problemas energéticos del país. El viernes pasado más de 40 millones de personas se quedaron sin energía eléctrica durante el apagón que afectó a ocho estados del nordeste.
Las fallas en la infraestructura son motivo de preocupación en el país ante el rápido crecimiento de su economía –y por ende de la demanda de energía– y la proximidad del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, ambos con sede en Brasil.
Las obras fueron licitadas en abril de 2010 en medio de pleitos judiciales entre grupos que se oponen y el gobierno, que finalmente realizó la subasta y adjudicó el proyecto a un consorcio encabezado por la Companhia Hidroelétrica do São Francisco.
La fiscalía de Pará ha denunciado que el proyecto –cuya remoción de tierra comparan a la de la construcción del Canal de Panamá– abre “dudas sobre el respeto a la biodiversidad y la sobrevivencia de la población en un trecho de 100 km del río Xingú que será desviado”, consigna la afencia AFP..
El gobierno insiste que invertirá en reducir el impacto ambiental y social y que las áreas indígenas no serán afectadas y que generará energía suficiente a la región, donde viven 25 millones de personas.
Belo Monte es una de las principales obras del ambicioso Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) y el gobierno espera concluirla en 2015.
http://www.hidrocarburosbolivia.com/iberoamerica-mainmenu-98/brasil-mainmenu-97/40172-brasil-dilma-rechaza-mas-presiones-y-sigue-adelante-con-la-represa-en-la-amazonia.html
No hay marcha atrás”, afirmó el ministro de Minas y Energía de Brasil, Edison Lobao, luego que cientos de indios volvieron a protestar ayer en la capital del país contra la construcción de una inmensa represa en la Amazonía y entregaron al gobierno un documento de rechazo apoyado por 604.000 firmas.
Lobao reiteró que el gobierno cuenta con las garantías “legales y ambientales” para avanzar en el proyecto y que la población de la zona que se verá afectada por la represa de Belo Monte, en el corazón de la Amazonía, será indemnizada y reubicada. La hidroeléctrica recibió el pasado 25 de enero del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) luz verde para iniciar las obras.
El polémico proyecto, al que se resisten indios, agricultores y grupos ecologistas, supone la construcción de una inmensa mole de concreto que será la tercera mayor hidroeléctrica del mundo, por detrás de la de Tres Gargantas (China) e Itaipú, que comparten Brasil y Paraguay.
Belo Monte utilizará agua del río Xingú y será instalada en el municipio rural de Altamira, en el estado amazónico de Pará, que tiene unos 110.000 habitantes.
Según el gobierno, costará u$s 10.600 millones, generará11.233 megavatios en las épocas de crecida del río y creará 18.700 empleos directos
Su construcción obligará a inundar un área equivalente a 506 kilómetros cuadrados y a desplazar de la zona a cerca de 50.000 indios y campesinos, según sostienen los movimientos sociales.
El proyecto comenzó a gestarse en la década de 1970 y tras quedar estancado resurgió en el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011).
Su sucesora, Dilma Rousseff, lo asumió como uno de los principales proyectos para solucionar los problemas energéticos del país. El viernes pasado más de 40 millones de personas se quedaron sin energía eléctrica durante el apagón que afectó a ocho estados del nordeste.
Las fallas en la infraestructura son motivo de preocupación en el país ante el rápido crecimiento de su economía –y por ende de la demanda de energía– y la proximidad del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, ambos con sede en Brasil.
Las obras fueron licitadas en abril de 2010 en medio de pleitos judiciales entre grupos que se oponen y el gobierno, que finalmente realizó la subasta y adjudicó el proyecto a un consorcio encabezado por la Companhia Hidroelétrica do São Francisco.
La fiscalía de Pará ha denunciado que el proyecto –cuya remoción de tierra comparan a la de la construcción del Canal de Panamá– abre “dudas sobre el respeto a la biodiversidad y la sobrevivencia de la población en un trecho de 100 km del río Xingú que será desviado”, consigna la afencia AFP..
El gobierno insiste que invertirá en reducir el impacto ambiental y social y que las áreas indígenas no serán afectadas y que generará energía suficiente a la región, donde viven 25 millones de personas.
Belo Monte es una de las principales obras del ambicioso Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) y el gobierno espera concluirla en 2015.

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